Los cenotes (del maya ‘tz’onot’) son depósitos de agua, considerados también pozos o abismos.
Para las culturas antiguas, estos lugares eran sitios sagrados donde era posible ponerse en contacto con sus dioses. Hoy, son atractivos turísticos que permiten conectarse con la naturaleza y nadar en aguas cristalinas y relajantes, con un paisaje espectacular. México cuenta con una variedad de cenotes en el sureste del país.
Cuando uno los admira o se sumerge en sus aguas, estos paraísos acuáticos, donde se puede nadar, brincar y relajarse en las rocas, cavernas o grutas, parecen transportar a uno a un lugar fuera de este mundo.
Los cenotes son pozos de agua abastecidos por ríos subterráneos que van erosionando la piedra caliza que los envuelve.
La edad del cenote determina la forma que tiene. Cuando son cerrados y es difícil acceder a ellos, se habla de pozos jóvenes. Los semiabiertos son de una edad más madura, y los que están completamente abiertos tienen mayor antigüedad.
Entre más pase el tiempo, la erosión de la piedra caliza no se detiene; al contrario, continua, abriendo más el cenote, donde se forman estalactitas a causa del agua que gotea desde la parte superior. Su formación puede tardar entre 4 y 5 mil años para llegar tan solo a una medida de 2.5 centímetros.
En la Riviera Maya (a 18 minutos de Tulúm) se encuentra el cenote “Dos Ojos”, considerado entre los 10 sistemas de ríos subterráneos más largos del planeta.
Con una longitud de 83 mil metros, es una formación en forma de cueva gigante que contiene agua de color turquesa, donde los peces se ven nadar, gracias a lo cristalino de su agua. En realidad son dos cenotes circulares que parecen dos ojos si se observan desde una gran altura de la selva.
También en la Riviera se encuentra el “Gran Cenote”, el más popular de la región. Es en forma de media luna y es uno de los lugares favoritos para los amantes del buceo. Por otra parte, el “Cenote Azul”, con 30 metros de profundidad, también es popular. Está cerca de dos cenotes más, el Cristalino y Jardín del Edén.
En la Península de Yucatán se halla “Ik Kil”, un tremendo regalo de la naturaleza, rodeado de lianas y flores. En sus aguas oscuras las personas se sienten intrigadas y retadas, pero al nadar, dicen experimentar la paz. Se cuenta que conecta con la Pirámide de Kukulcan, ubicado a 4 kilómetros del “Cenote Sagrado”.
Otro cenote en Yucatán, donde caen los rayos del sol y crean un efecto visual como ningún otro, es el impresionante “Xkekén”, mejor conocido como Dzitnup. Está a 167 kilómetros de Mérida y a 164 kilómetros de Cancún.
También hay quien visita para conocer la vida animal. Se observan en la zona muchos tucanes, tortugas e iguanas.
Para los amantes de la naturaleza, la aventura o el ecoturismo, conocer estos cenotes puede ser la experiencia más anhelada.
(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)
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