¿Cómo surgieron los clubes nocturnos en México?

La vida nocturna en América Latina es tan variada que hay para todo tipo de gustos.

Popularmente, las discotecas o clubes nocturnos se llaman “antros”, lugares que se usan para socializar, bailar, consumir bebidas alcohólicas y entretenerse como fin mayor. Pero el término “antro” tiene dos significados; el primero es para hablar de locales o establecimientos que ofrecen estos servicios, y el segundo, para hablar en un tono despectivo de ciertos espacios de ocio con mala reputación.

El concepto ha evolucionado con el paso del tiempo. Antiguamente, se les llamaba “discos”, y los jóvenes fueron los que hicieron que se modificara el nombre a “antros”.

Origen de los antros y su adaptación comercial

La palabra “antro” proviene del latín antrum, y este, del griego ántron, que significa “caverna, cueva, gruta”. Lo que ahora se conoce como “antro”, durante el siglo XX, era diferente para la sociedad en general. Un “antro” era un lugar donde el servicio era muy malo, además de que sus instalaciones daban mal aspecto. Los lugares también fungían como punto de reunión para delincuentes. Ahora, se les dice “antros” a los lugares exclusivos donde el ambiente, el lugar, la música y la gente están en la vanguardia, con el propósito de ser el mejor lugar de diversión.

Se dice que el primer cabaret se llamó “Le Chat Noir” (El Gato Negro), en Montmartre, París, en 1881, pero lugares de sano esparcimiento y diversión a gran escala nacieron en la época de la década de 1930. En México, los parroquianos frecuentaban estos lugares para ver el espectáculo de la noche mientras cenaban, bebían algo y socializaban. Estos centros nocturnos mexicanos estaban llenos de rumberas; la música de ese tiempo era el mambo y cha-cha-chá y el lugar era amenizado por conjuntos musicales.

Seis bailarinas de jazz en un show en Berlín en la época incipiente de los centros nocturnos. (Foto de General Photographic Agency/Getty Images)

Con el paso de las generaciones y las décadas, los centros nocturnos y de cabaret evolucionaron y el concepto cambió a “Café Cantante” en la década de 1960, sobre todo en el continente americano. Estos establecimientos pueden describirse como salones donde se despachaban bebidas, desde una malteada o un café hasta un cóctel, con un ambiente de música en vivo. También se les llamó “Cafés Existencialistas”, espacios etiquetados para gente “intelectual y bohemia”, donde se permitía el consumo de drogas, en particular la marihuana.

Para la década de 1970 y 1980, los centros nocturnos en México eran muy comunes, ya que eran ideales para dar a conocer a artistas de la época. Funcionaron muy bien para muchas celebridades del mundo musical y del entretenimiento, como Julio Iglesias, José José, Vicente Fernández y el gran comediante Polo Polo.

Las discotecas—llamadas así por el género de música disco, y establecidas en la década de 1970—, son la antesala de los antros. Pudiera decirse que son primos directos. En esta década, la música disco enamoró a toda una generación, con intérpretes como los Bee Gees, Donna Summer, ABBA, Blondie y más. Las discotecas se llenaron de personas deseosas de mostrar sus más relucientes trajes acampanados y sus pasos de baile, gracias también a la película que popularizó John Travolta, Fiebre de sábado por la noche.

El ambiente de los “antros” es idóneo para los jóvenes, y se evoluciona en cada época. (Foto de Carlos Ramírez)

¿Por qué se hicieron tan populares?

Las “discos” ofrecían una alternativa al público, donde el disc jockey ponía la música, para que sonara a la par de la bola de espejos y el piso luminoso que acompañaba el ambiente.

“Los antros son lugares muy característicos en esta generación, aunque ya queda poca gente que aún les dice discos; ya son más ubicables por ‘antros’. Los lugares son tan variados dependiendo si lo que buscas es bailar o simplemente tomar la copa con los cuates. Hay para todo tipo de gusto musical; también hay antros de música banda, hasta géneros más actuales como la música electrónica o reggaetón”, dijo Byron Zamora Giorgge, animador de antros.

“No te puedo decir cuáles son los que llegaron para quedarse porque evolucionan con el paso de los años. De aquí a 8 años tal vez, o menos, pudiera darse el cambio de concepto y no pasa nada. Al final son modas implantadas por la generación de jóvenes dependiendo de la época”, dijo Zamora Giorgge.

El término “antro” se convirtió en sinónimo de bares, cafés o discotecas. Si en alguna época se usaba este concepto en forma de broma o por menospreciar, los mexicanos adoptaron el vocablo a las necesidades de nuevas generaciones con ganas de bailar, tomar un trago y socializar. Ahora se dejó de escuchar música disco y se ha impuesto la música reggaetón, salsa, cumbia, merengue o bachata, géneros muy característicos en América Latina. En el futuro, quién sabe qué le depara al ciclo funcional de estos lugares que mantienen viva la noche.

(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)



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