Ponen vínculos con Trump al centro de la campaña en carrera por el gobierno de Virginia

By Carlin Becker

El exgobernador de Virginia, Terry McAuliffe, se encuentra en una carrera cada vez más cerrada en su búsqueda por regresar a la mansión del gobernador en Richmond.


Con las elecciones del 2 de noviembre a poco más de un mes de distancia, McAuliffe, un demócrata que se desempeñó como gobernador del estado de 2014 a 2018, aventaja a su oponente republicano, Glenn Youngkin, por un promedio de 4.4 puntos porcentuales en las últimas encuestas. McAuliffe ha hecho de los supuestos vínculos de Youngkin con el expresidente Donald J. Trump el tema central en la carrera, ya que busca romper por segunda vez la tendencia de Virginia de votar por un gobernador del partido que no ganó la Casa Blanca el año anterior.

“Terry es políticamente más astuto que Glenn y tiene suficiente dinero”, dijo a Zenger Michael Cornfield, director de investigación del Centro Global de Gestión Política de la Universidad George Washington. “Pero dada la historia del estado de votar por un gobernador contrario al titular de la Casa Blanca, McAuliffe tiene un camino accidentado por recorrer”.

La entonces candidata presidencial demócrata de Estados Unidos, Hillary Clinton, llega al escenario con el gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, durante una cena en el Patriot Center de la Universidad George Mason, en Fairfax, Virginia, en junio de 2015. (Alex Wong/Getty Images)

La campaña de McAuliffe se ha centrado en vincular a Youngkin, un exdirector ejecutivo de la firma de capital privado The Carlyle Group, que tiene un patrimonio neto estimado en cientos de millones de dólares, con Trump. Youngkin, por otro lado, ha enfocado su campaña en sus credenciales económicas como empresario y ha atacado el historial de McAuliffe en el cargo, con acusaciones de obviar el aumento de las tasas de criminalidad y la caída de los estándares educativos.

Muchos de los anuncios televisivos de la campaña de McAuliffe han restado importancia a su propia candidatura y, en cambio, han buscado resaltar el entusiasta respaldo de Trump a Youngkin. Ha revelado grabaciones del candidato republicano donde se pronuncia a favor de a Trump y filmaciones de baja calidad de Youngkin con una gorra roja parecida a la mercancía de Trump con la leyenda “Make America Great Again”.

McAuliffe incluso ha retado a Trump a hacer campaña a favor de su oponente, y ha ofrecido cubrir el costo de la gasolina para su visita, con la esperanza de impulsar la participación de votantes demócratas.

“A lo largo de la historia, las elecciones para gobernador de Nueva Jersey y Virginia, que son las únicas dos que ocurren el año siguiente a las elecciones presidenciales, se han visto como una postura ante el presidente en el cargo”, dijo a Zenger William Antholis, director del Centro Miller de Asuntos Públicos, un organismo no partidista afiliado a la Universidad de Virginia. “Lo que estamos viendo es el intento de McAuliffe de hacer que la competencia electoral gire en torno al expresidente”.

El entonces presidente Donald J. Trump conduce su carrito mientras juega golf en su campo, en Sterling, Virginia, en noviembre de 2020. (Tasos Katopodis/Getty Images)

McAuliffe aparentemente comparte la confianza de muchos otros demócratas que consideran que establecer vínculos entre su oponente republicano y Trump será un factor que motivará a los votantes de tendencia liberal a participar el 2 de noviembre. También se considera que esta estrategia podría funcionar para que los moderados suburbanos, que forman un poderoso bloque de votantes en el rico y poblado norte de Virginia, no den su voto al candidato republicano.

Es una estrategia que podría resultar exitosa “con toda seguridad”, según Brandy Faulkner, profesora de ciencias políticas y estudios internacionales en Virginia Tech.

“Tanto en las elecciones estatales como en las nacionales, los candidatos se han postulado en una plataforma anti-Trump durante cinco años. Ha demostrado ser una estrategia efectiva”, dijo Faulkner a Zenger. “No estoy segura de cuánto más durará, pero por ahora, es una estrategia viable”.

La campaña de Youngkin ha respondido que McAuliffe, al centrarse en los vínculos de Youngkin con Trump, ha evitado abordar problemas reales que preocupan a los votantes de Virginia.

“McAuliffe no tiene posturas verdaderas acerca de estos problemas, por lo que recurre a la división y a los juegos políticos”, dijo Macaulay Porter, un portavoz de Youngkin, en una declaración escrita a Zenger. “Al ser un político de profesión, Terry McAuliffe preferiría competir contra otra persona porque sabe que le es imposible ganar con su agenda de izquierda radical”.

Pero aparte de estos supuestos vínculos con Trump, el panorama político en evolución de Virginia y la experiencia de McAuliffe como gobernador entre 2014 y 2018, antes de entregar las riendas al actual gobernador Ralph Northam, también demócrata, le conceden una ventaja aún mayor en la carrera, según Faulkner.

El estado se ha decantado cada vez más por el Partido Demócrata en las últimas décadas.

Desde que McAuliffe terminó su único período de mandato (un gobernador no puede cumplir dos mandatos consecutivos en Virginia), los votantes del estado han otorgado a los demócratas una útil mayoría en ambas cámaras de la Asamblea General del estado. Después de votar por candidatos presidenciales republicanos en todas las elecciones entre 1952 y 2004, con la excepción de la victoria de Lyndon B. Johnson en 1964, los virginianos han dado a los demócratas la ventaja en los últimos tres ciclos: Barack H. Obama ganó los 13 votos del colegio electoral del estado tanto en las elecciones de 2008 como en las de 2012, y los virginianos votaron por Hillary R. Clinton en 2016, y por Joseph R. Biden Jr. en 2020.

“Como gobernador anterior, pero no el actual, McAuliffe disfruta de todos los beneficios de la titularidad, incluido el reconocimiento por nombre, la experiencia y el respaldo de los círculos establecidos del partido estatal”, dijo Richard Meagher, profesor de ciencias políticas en la universidad Randolph-Macon. “Pero como ha estado fuera del cargo durante cuatro años, en su mayoría evita los inconvenientes, ya que puede afirmar que cualquier política o acción gubernamental reciente que los votantes detesten no es culpa suya”.

“Además, las tendencias demográficas recientes favorecen a los demócratas, ya que el corredor urbano que transcurre desde el norte de Virginia a través de Richmond y hasta Virginia Beach y Norfolk domina la población y la política del estado”, agregó. “Virginia es un estado demócrata ahora, por lo que una victoria republicana sería un cambio significativo”.

Aun así, el giro hacia la izquierda de Virginia es nuevo, y no necesariamente está escrito en piedra.

Hace menos de una década, McAuliffe ganó las elecciones de 2013, para gobernador contra el exsenador y fiscal general de Virginia, Ken Cuccinelli, por menos de 57 mil votos, por lo que sabe de primera mano lo cerradas que pueden llegar a ser las elecciones en el que alguna vez fue un estado indeciso.

El presidente de Estados Unidos, Joseph R. Biden Jr., habla en un evento de campaña para el candidato a gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, en Arlington, Virginia, el 22 de julio. Fue el primer regreso del presidente a la campaña electoral desde que ingresó a la Casa Blanca. (Anna Moneymaker/Getty Images)

“McAuliffe no debería sentirse seguro”, dijo Faulkner. “Virginia es demócrata ahora, pero no lo suficiente como para suponer que Youngkin no puede ganar. Tenemos un panorama político increíblemente polarizado y la gente se aferra a sus partidos con todas sus fuerzas”.

“El Partido Republicano no desapareció durante las dos últimas administraciones; vimos algunas elecciones de la Asamblea General increíblemente cerradas en noviembre pasado. El partido sigue siendo una amenaza latente para los candidatos demócratas”, dijo. “[McAuliffe] sabe que no puede simplemente depender del botón del cruce automático. Los demócratas cuentan con la ventaja del ímpetu electoral, pero las primeras encuestas muestran que Youngkin es un candidato fuerte”.

Aunque es novato en el mundo de la política y cuenta con poco reconocimiento por nombre, Youngkin brindó un desempeño creíble en debate, y su campaña recaudó más fondos (15.7 millones de dólares) entre el 1 de julio y el 31 de agosto que la de McAuliffe (11.5 millones de dólares).

La postulación de Youngkin para gobernador se ha centrado en gran medida en la difícil tarea de unir a los republicanos moderados de Virginia, en el norte del estado, con el pópulo simpatizante de Trump que impulsa la participación más al sur.

Glenn Youngkin empaca alimentos para un cliente mientras trabaja como cajero durante una visita de campaña al supermercado de propiedad hispana, Todos, en Woodbridge, Virginia, el 15 de septiembre. (Alex Wong/Getty Images)

“Youngkin está tratando de mantener unida a la coalición de Trump mientras también se dirige a los votantes indecisos en los suburbios: su publicidad más reciente enfatiza los problemas básicos, así como el apoyo a las fuerzas del orden”, dijo Kyle Kondik, editor en jefe del boletín informativo Larry Sabato’s Crystal Ball, del Centro de Política de la Universidad de Virginia. “Si Youngkin logra diferenciarse del resto del partido, es probable que tenga más posibilidades de ganar”.

Sin embargo, al final la participación de los votantes probablemente será el factor determinante de la elección.

“Si Youngkin gana, se deberá a que la participación fue en dos direcciones diferentes”, dijo Meagher. “Los demócratas se habrán quedado en casa con Trump fuera del cargo. Y Youngkin habrá movilizado a los votantes republicanos mediante una estrategia de redes populistas y eclesiásticas que operan en gran parte fuera del ojo público”.

“Mi apuesta va para McAuliffe, pero como sabemos desde 2016, cualquier cosa puede pasar”.

Traducción de Yerem Mújica; editado por Yerem Mújica y Melanie Slone



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