El mundo no estaba preparado para una pandemia que encerrara a sus habitantes durante tanto tiempo.
La educación por lo general se lleva a cabo en un ambiente compartido, donde grupos de alumnos se juntan con maestros. Además de tomar clases, estos estudiantes participan en deportes y actividades sociales. Todo esto cambió con la emergencia sanitaria.
La educación se traspasó a un formato digital, por lo que alumnos y docentes entraron a una etapa nueva, viéndose arrastrados a nuevas herramientas que afectaron directamente los procesos de enseñanza–aprendizaje.
Como el cambio se dio de repente, y a mitad del ciclo escolar, los profesores enfrentaron dificultades. Sin embargo, pusieron todo para no defraudar a sus alumnos.
“La institución contaba con la capacidad de echar a andar el sistema virtual a través de plataformas como Zoom, Moodle, y Classroom”, dijo Mariana Hernández, Licenciada en Derecho por la Universidad Villa Rica y dedicada a la cátedra desde hace siete años. “Aun así fue demasiada presión, porque los profesores no estábamos capacitados, y aun así lo sacamos adelante”.
Según el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, más de 30 millones de alumnos, partícipes en todos los niveles educativos en México, se vieron en la necesidad de tomar sus clases de forma virtual, a causa de la suspensión presencial indefinida.
Era un gran reto, en parte porque el país no contaba con la infraestructura digital para disponer de una educación remota. Muchos directores se vieron en la necesidad de contratar servicios premium en plataformas para hacer videollamadas ilimitadas y permitir que los maestros se conectaran con sus alumnos y siguieran con tareas y actividades.
La contingencia ha subrayado las condiciones socioeconómicas y socioculturales del país. Los altos niveles de pobreza en México se reflejan en tecnologías pobres. Además, los alumnos y profesores en escuelas públicas, las que se designan como “de gobierno”, no cuentan con muchas herramientas.
“Aquí mis respetos son para los maestros de gobierno, porque realmente qué tanto pueden hacer frente a alumnos de escuelas públicas”, dijo Hernández.
Para muchos, es difícil o hasta imposible estudiar a distancia. En las escuelas públicas, la educación presencial ya representaba un reto, porque los jóvenes no asistían a clases, y la situación ahora está peor.
Muchas familias no cuentan con computadoras o Internet, además de que una gran parte de los padres o tutores se quedaron desempleados y no pudieron pagar la conexión en línea.
El gobierno lanzó un programa de educación pública en conjunto con las televisoras, pero muchos opinan que los alumnos no las aprovechan.
“Si en el caso de las escuelas particulares el desánimo de los estudiantes es evidente casi todos los días, no quiero imaginar qué educación se les brinda a nuestros niños y jóvenes que siguen las clases por televisión”, dijo Hernández, quien también cuenta con una maestría en Educación.
“Y lo digo desde mi papel como profesora, y también como madre de familia, porque mis tres hijos cursan la educación primaria”, dijo.
Hernández dice que esta situación no es única de México, aunque las características de este país complican más el reto.
“No tengo duda de que la calidad educativa en nuestro país se desplomó, tanto en las escuelas públicas como en las privadas, y quizá el problema no es único de nuestro país” dijo.
El gobierno y las familias ponen todo de su parte para que la educación no sufra estragos a largo plazo, mientras que todos esperan el fin de la pandemia.
(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)
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