Barro negro es base del bello arte oaxaqueño

Conocido internacionalmente, el barro negro del estado de Oaxaca, México, va más allá de solo cántaros y jarrones.

Es un arte que cientos de personas trabajan diariamente, mezclando y moldeando. Esta técnica ancestral significa el sustento de familias enteras y pone el nombre de México muy en alto.

Los trabajadores del barro pueden calcar casi a la perfección cualquier objeto o animal, incluso réplicas de cráneos humanos, en los que imprimen su arte mediante patrones semicirculares, distintos tipos de rayados y muchas flores.

Ramón Juárez, artesano oaxaqueño de 41 años, se dedica a este arte.

“Cuando vendemos, felices, y cuando no vendemos, felices. Este es mi trabajo, esta es mi entrada, no tengo otro apoyo económico, yo soy jefe de familia y tengo que trabajar”, dijo.

Son horas y horas las que los artesanos invierten en una pieza, principalmente en aquellas que son sumamente labradas, como los cráneos. Pueden tardar hasta 15 días en terminar una pieza, pero lo vale una vez que la obra se vende.

Los cráneos elaborados son uno de los objetos que estos artesanos crean con el barro negro. (Christian Valera Rebolledo/Café Words)

Los maestros del barro negro son expertos. Cortan la rebaba de las piezas con destreza y la ayuda de una simple tarjeta.

Con un pequeño cuchillo empiezan el diseño y después pasan la esponja, para aplanar. En este momento su creatividad saca patrones únicos.

“Un oncólogo que me compró la otra vez un cráneo me dice, ‘oiga, usted exageró en los dientes, le puso de más’. Le digo, ‘pues es que yo no me los he contado’”, dijo Juárez.

El verdadero barro negro no se pinta. Los artesanos lo reciben aún en piedra, la cual deben humedecer para poder aplanarla y formar un bloque rectangular. Lo logran al amasar sobre un petate, con ayuda de los pies.

“El trabajo es fuerte, pero se prefiere a estar en el sol, dedicarse al campo. Aquí estamos en la sombra. Y se puede trabajar poco a poco, por etapas. Hoy lo hago, mañana lo moldeo”, dijo Juárez.

En el trabajo de moldeado se emplean diversas herramientas que pueden ir desde una cuchara de plástico hasta un bolígrafo. En realidad, el diseño depende de la imaginación de cada artesano.

Unas piezas son más costosas que otras, según su diseño y lo complejo de su elaboración.

El barro negro se trabaja para crear muchas formas diferentes, realzando la creativdad del artesano. (Christian Valera Rebolledo/Café Words)

El último paso, antes de que las obras se expongan ante los posibles compradores, es el horneado “que al igual que la barbacoa”, dijo Juárez, se realiza bajo tierra. Las piezas se cuecen a muy altas temperaturas, lo que finalmente define su dureza.

El trabajo en la mayoría de los casos es familiar, por lo que la tradición pasa de generación en generación. Así surgen los grandes maestros en barro negro de Oaxaca, una técnica ancestral que tiene arte, historia, pasado, presente y futuro.

“Yo con los halagos de mi hijo me siento muy bien’”, dice Juárez, quien a su vez aprendió el trabajo del barro de su padre.

Los compradores quedan fascinados y regresan por más.

“Es una forma tradicional de arte”, dijo Rosario Oropeza, de 85 años, jubilada. “La cerámica negra es una forma de alfarería que da un estilo muy diferente al hogar.

“Yo aún conservo algunas piezas que me regalaron hace unos años. Mi esposo, que en paz descanse, cuando viajaba a Oaxaca traía piezas pequeñas, pero que eran muy lindas”.

A los compradores les llama la atención los diferentes tamaños y formas.

“Hay desde pequeñas cruces hasta animales como gatos. A mí en lo personal me gustan mucho”, dijo Oropeza.

(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)



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