No hay fiesta infantil sin piñata

Los niños mexicanos no permiten que la fiesta acabe sin romper la piñata.

Pueden estar hechas a base de cartón, papel periódico u ollas de barro. Se les adhiere papel de colores con la ayuda del engrudo (pegamento hecho a base de agua y harina).

Las piñatas pueden tener formas y colores para cada ocasión y pueden representar a personajes de moda. Se llenan de dulces, frutas o dinero.

En México son toda una tradición para celebrar a los niños en su cumpleaños. Se cuelga la piñata en el patio y se tapan los ojos del niño con una venda.

Al niño se le da unas vueltas donde está parado y se le entrega un palo, con el cual va a pegar la piñata con la esperanza de romperla y dejar caer lo que trae adentro.

Quien manipula la piñata la sube y baja y la mueve de lado a lado, según la edad del niño, para que la hazaña sea más difícil y se tarde un poco en romperse.

Mientras que los niños con los ojos vendados intentan pegarla, se canta:

“¡Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino!”.

La piñata más tradicional es la estrella de siete picos, que se dio en las posadas los nueve días antes de la Navidad, pero ahora se encuentran en forma de animales, objetos y hasta personajes famosos.

Las piñatas se hacen de diferentes formas y colores y no faltan en las fiestas de niños y en las posadas navideñas. (Dnessa Franklin/Unsplash)

“La piñata es primordial para una fiesta infantil”, dice José García Coello, dueño de la dulcería Caramelo. “No se concibe la idea de que en una fiesta de cumpleaños no se tenga una piñata”.

A pesar de su gran importancia, las piñatas no son de origen mexicano. Esta notable tradición ha sido observada en varias partes del planeta para incorporarse en otras culturas y fiestas en el mundo.

Su origen se remonta a la antigua China y a sus rituales del Año Nuevo. Se cree que rellenaban estas figuras de algún animal con semillas, para luego romperlas y quemarlas, y así atraer la buena suerte con sus cenizas.

Se cuenta que la tradición llegó a México con el catolicismo.

“Hasta donde tengo entendido, la piñata ayudó mucho a que los padres de las iglesias en la época de la conquista pudieran enseñar el catecismo a los mexicas. Desde ahí tengo entendido que, en México, la piñata se volvió mexicana”, dijo Aurelio Rosa Mellado, propietario de la dulcería Confeti y Serpentinas.

La pandemia no ha podido detener la alegría de la piñata.

“Aunque con la pandemia no se estén organizando cumpleaños, los papás la compran para que mínimo el niño la rompa en su casa y tenga un momento de alegría” dijo García Coello.

Piñatas se ven en exhibición en el mercado de Veracruz. Carlos Ramírez/Café Words)

En el Estado de México, la cuna de las piñatas es el municipio de Acolman, lugar que año tras año hace la Feria de la Piñata, la más famosa dentro y fuera de México.

En esta feria se llevan a cabo exposiciones y concursos. En 2015, México batió el récord por la piñata más grande del mundo.

Es una tradición de la cual los mexicanos disfrutan mucho.

“La piñata no puede faltar en ninguna fiesta”, dijo Rosario Coba, de 54 años.

“Mis dos hijas cuando eran niñas tuvieron fiestas y no podían faltar. Ellas son las mayores de la familia, y al día de hoy la más pequeña de las primas ha tenido fiestas con piñatas”, dijo.

Y no es cosa de niños solamente.

“Es un ritual que agrada a chicos y grandes, pues tampoco faltan los adultos que entran a golpearla cuando todos los niños pasaron”, dijo Coba.

(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)



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