Preocupa que plan de aplicar tercera vacuna en Estados Unidos signifique menos donaciones a países necesitados

El plan del presidente Joseph R. Biden Jr. para que los estadounidenses reciban una tercera vacuna COVID-19 como refuerzo a partir del próximo mes ha desatado un debate sobre los compromisos de Estados Unidos con los programas de vacunación global.

La administración anunció el miércoles pasado que tiene la intención de poner las terceras inyecciones a los adultos que hayan sido inoculados con ambas dosis de las vacunas Pfizer o Moderna.

El plan generó preocupaciones en la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha presionado para que los países desarrollados prioricen la donación de vacunas a los países de bajos ingresos. Los funcionarios de la Casa Blanca dicen que las contribuciones de Estados Unidos a programas globales como COVAX no se verían afectadas.

El director regional de la OMS para África, el doctor Matshidiso Moeti, dijo que los planes para las inyecciones de refuerzo “se burlan de la equidad de las vacunas” y argumentó que las naciones ricas no deberían “acumular” inyecciones.

Los expertos en salud que hablaron con Zenger dijeron que Estados Unidos aún podrá aumentar las donaciones al resto del mundo, incluso mientras implementa refuerzos para los estadounidenses, en gran parte debido al éxito inicial del programa.

Un médico inyecta a una mujer con la vacuna Johnson & Johnson en Kabul, Afganistán, el 14 de julio. Estados Unidos donó más de 1.4 millones de dosis de la vacuna a COVAX, como parte de una donación total de alrededor de 3.3 millones de dosis. (Paula Bronstein/Getty Images)

“Creo que podemos hacer ambas cosas al mismo tiempo”, dijo a Zenger Jeffrey Singer, académico adjunto principal de estudios de políticas de salud del Instituto Cato. Asimismo dijo que la tasa relativamente alta de vacunaciones en Estados Unidos, junto con las tasas crecientes de producción, habían evitado que escasearan las principales vacunas.

“En los primeros días, cuando las cosas estaban empezando… tomó un poco de tiempo para que los planes entraran en marcha”, dijo Singer. “Pero ahora, desafortunadamente, las farmacias están desechando las vacunas que han excedido su vida útil porque muchas personas simplemente no están aprovechando las vacunas”.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informaron que, hasta el viernes, el 60.4 por ciento de la población había recibido al menos una dosis de vacuna, y el 51.2 por ciento había recibido dos dosis.

El plan, que tiene una fecha de inicio en la semana del 20 de septiembre, es que los estadounidenses reciban una tercera dosis de la vacuna Pfizer o Moderna ocho meses después de la segunda. Los funcionarios dijeron que los refuerzos se están llevando a cabo debido a la evidencia de que las protecciones de las vacunas disminuyen con el tiempo, y por la aparición de la variante Delta, que es altamente transmisible. El objetivo de la Casa Blanca es administrar 100 millones de refuerzos este año.

Los funcionarios de la OMS y otros grupos internacionales de salud criticaron la ética de esta decisión, dado que gran parte del mundo no ha recibido aún la primera o la segunda dosis de una vacuna.

El porcentaje de los vacunados en Estados Unidos representa solo el 24 por ciento de la población mundial. En los países de bajos ingresos, solo el 1.3 por ciento de las personas ha recibido siquiera una dosis.

“Estamos planeando entregar chalecos salvavidas extra a personas que ya tienen uno, mientras dejamos que otras personas se ahoguen sin un solo chaleco”, dijo el doctor Michael Ryan, jefe de emergencias de la OMS, en respuesta al anuncio de la Casa Blanca.

El doctor Fabian Ndenzako, representante de la OMS para Sudán del Sur, recibe una vacuna AstraZeneca que se distribuyó a través del programa COVAX, en Juba, Sudán del Sur, el 6 de abril. (Andreea Campeanu/Getty Images)

Los funcionarios estadounidenses han rechazado las críticas.

“Podemos cuidar de Estados Unidos y ayudar al mundo al mismo tiempo”, dijo el coordinador de respuesta al coronavirus de la Casa Blanca, Jeffrey Zients, en una conferencia de prensa. Dijo que Estados Unidos planea distribuir 200 millones de dosis en todo el mundo para fin de año.

“No creo que esta sea una elección en términos de si tenemos que elegir uno u otro”, dijo la directora de los CDC, Rochelle Walensky. “Vamos a hacer las dos cosas y hemos estado haciendo las dos”.

Karen Joynt Maddox, codirectora del Centro de Política y Economía de la Salud del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Washington, dijo que no cree que la Casa Blanca sea hipócrita, y que poner a disposición las terceras vacunas para inmunizar adecuadamente a los estadounidenses no necesariamente significa eliminar una dosis que podría haber sido donada al extranjero.

“No es un juego de suma cero”, dijo Maddox a Zenger. “Si nos abstenemos a las inyecciones aquí, no quiere decir que esos mismos viales de vacuna puedan enviarse a otra parte. Hay tantos problemas de logística, como de almacenamiento, administración, etcétera, que son mucho más complejos a nivel internacional.

“Ya estamos desperdiciando vacunas aquí en áreas con baja demanda que pueden y deben usarse localmente, antes de que caduquen y deban desecharse, para reforzar a las personas que tienen más probabilidades de tener infecciones graves que amenazan la vida”, dijo Maddox. “Eso será mucho más eficaz que intentar enviar esas dosis a otros lugares”.

Un hombre es vacunado en Serang, Indonesia, el 2 de agosto. (Oscar Siagian/Getty Images)

Además de las más de 360 millones de dosis que se han administrado en Estados Unidos, se han entregado otros 60 millones a los funcionarios de salud estatales, según cifras de los CDC, y se han ordenado cientos de millones más. A medida que las tasas de vacunación continúan estabilizándose, millones de dosis se están arruinando o caducando.

Alabama, por ejemplo, desechó recientemente 65 mil dosis, y los funcionarios de Arkansas dijeron el mes pasado que se desecharían unas 80 mil dosis. En Carolina del Norte, se espera que expiren 500 mil dosis de Pfizer este mes.

Hasta ahora, la administración de Biden ha donado y enviado más de 110 millones de dosis a más de 60 países, dijo la Casa Blanca la semana pasada. La mayoría se envió a través de COVAX, mientras que otros se distribuyeron mediante asociaciones con la Unión Africana y la Comunidad del Caribe.

Debido a las reservas actuales y los suministros crecientes, la logística, más que la producción, es el “mayor problema” en juego, dijo a Zenger Ed Haislmaier, investigador principal en Estudios de Políticas de Salud de la Fundación Heritage.

“Es la logística local lo que va a importar mucho”, dijo. “Se pueden enviar dosis a un país, pero ¿se pueden entregar a las personas?”

Haislmaier dijo que ya no se trata de cómo “partir el pastel” de las vacunas totales que, según dijo, continúan aumentando. En cambio, dijo, ahora hay cuellos de botella en la distribución de vacunas.

“A medida que se consumen las rebanadas del pastel, estas se reemplazan”, dijo. “La pregunta es, ¿tienes suficientes platos y tenedores? Esa es la cuestión logística”.

Mientras tanto, Estados Unidos tiene muchas razones para continuar centrándose en distribuir más vacunas fuera del país, incluso mientras trabaja para dar inyecciones de refuerzo a su propia población, según Singer, del Instituto Cato.

“Pero por nuestras propias razones muy egoístas, creo que deberíamos hacerlo porque somos un mundo interconectado”, dijo Singer. Él cree que Estados Unidos debería impulsar las donaciones globales “tanto para salvar vidas ahora como para prevenir la aparición de más mutaciones que eventualmente sean resistentes a las vacunas.

“Verdaderamente estamos actuando a nuestro favor al ayudar a combatir activamente la enfermedad en otras partes del mundo”, dijo.

Traducción de Yerem Mújica; editado por Yerem Mújica y Melanie Slone



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