En el Senado de Estados Unidos, una serie de batallas se avecina, con varios puntos clave de la agenda política del presidente Joseph R. Biden Jr. en juego. Llegarán a un punto crítico cuando la cámara regrese a mediados de septiembre.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (demócrata por California), hizo una serie de concesiones a los demócratas moderados en su cámara para resolver el enfrentamiento entre un proyecto de ley de infraestructura de 1.2 billones de dólares y un plan presupuestal de 3.5 billones de dólares. Además de comprometerse a votar antes del 27 de septiembre sobre el proyecto de ley de infraestructura aprobado por el Senado, Pelosi prometió que la Cámara solo aceptará un proyecto de ley de reconciliación presupuestaria final que consiga el apoyo unánime de los demócratas del Senado.
La concesión otorga a demócratas moderados, como los senadores Joe Manchin (demócrata por Virginia Occidental) y Kyrsten Sinema (demócrata por Arizona), una influencia significativa sobre los planes clave de gasto del presidente. También prepara el escenario para una lucha entre partidos que tendrá lugar al mismo tiempo que algunos debates más profundos sobre el aumento del tope de la deuda y el financiamiento del gobierno hasta el año fiscal 2022.
Las batallas también pueden obstaculizar los esfuerzos para aprobar la Ley de Promoción de Derecho al Voto John Lewis, la reforma de ley de votación de los demócratas que fue aprobada recientemente por la Cámara, pero que necesitará algún nivel de reforma obstruccionista para pasar al Senado.
“Realmente será un combate mano a mano, con micronegociaciones diarias”, dijo a Zenger Peter Bergerson, profesor de ciencias políticas en la Universidad de la Costa del Golfo de Florida.
Si bien Pelosi quería que la Cámara votara en conjunto tanto el proyecto bipartidista de ley de infraestructura como la legislación presupuestal final, acordó considerarlos por separado después de que el marco presupuestal fuera aprobado por el Senado en un 50 a 49, un voto de línea partidista sin apoyo republicano.
La Cámara también aprobó la resolución presupuestal según las líneas del partido, antes de establecer una fecha límite para la votación del proyecto de ley de infraestructura. Sin embargo, la Cámara ahora solo trabajará con un proyecto de ley de reconciliación presupuestal finalizado que obtenga aprobación unánime de los 50 demócratas del Senado.
Como resolución presupuestal, el proyecto de ley estaría exento de aprobar con los 60 votos de obstrucción del Senado, pero incluso lograr el acuerdo entre los demócratas moderados podría resultar complicado.
“Los demócratas del Senado tienen que estar completamente unidos para aprobar cualquier cosa sin el apoyo de los republicanos”, dijo Kyle Kondik, editor en jefe de la publicación política Sabato’s Crystal Ball, en el Centro de Política de la Universidad de Virginia. “Hasta ahora, tanto Joe Manchin como Kyrsten Sinema se han opuesto a la cifra de 3.5 billones de dólares del paquete de gastos de los demócratas. Tienen mucha influencia aquí, porque la propuesta no puede aprobarse sin el apoyo de ambos”.
A pesar de la votación anterior para aprobar el marco presupuestal y pasarlo a la Cámara, Manchin y Sinema expresaron su preocupación por el gasto de billones de dólares e indicaron que no aprobarían una versión finalizada del proyecto de ley sin grandes recortes.
“Tengo serias preocupaciones sobre las graves consecuencias que enfrenten los habitantes de Virginia Occidental y todas las familias estadounidenses si el Congreso decide gastar otros 3.5 billones”, dijo Manchin, tras aprobar el proyecto de ley inicial, y explicó que estaba preocupado por la deuda del gobierno y la inflación.
“Dado el estado actual de la recuperación económica, es simplemente irresponsable continuar gastando a niveles más adecuados para responder a una gran depresión o gran recesión, no a una economía que está al borde del sobrecalentamiento”, dijo. “Más importante aún, creo firmemente que seguir gastando a niveles irresponsables pone en riesgo la capacidad de nuestra nación para responder a las crisis imprevistas que podría enfrentar”.
Sinema también dijo que es poco probable que vuelva a apoyar el proyecto de ley si no presenta cambios.
“También dejé en claro que, si bien apoyaré el inicio de este proceso”, dijo Sinema, “no apoyo un proyecto de ley que cuesta 3.5 billones, y en los próximos meses trabajaré de buena fe para desarrollar esta legislación con mis colegas y con la administración”.
Ninguno de los senadores ha indicado la cantidad de gasto que estarían dispuestos a apoyar.
“Mi pronóstico es que reducirán esa cantidad sustancialmente”, dijo Bergerson, de la Universidad de la Costa del Golfo de Florida, sobre el proyecto de ley de resolución presupuestal. “Es muy fluido, y el liderazgo del Senado y la Casa Blanca obviamente están negociando con Manchin y Sinema y quizás otros que puedan encontrar esa cifra demasiado alta. Tendremos que esperar y ver”.
Los demócratas han dicho que aumentar los impuestos a los hogares ricos y a las corporaciones pagaría el plan de diez años, pero no se han puesto de acuerdo sobre cambios específicos de impuestos. Biden propuso aumentar la tasa corporativa de impuestos del 21 por ciento al 28 por ciento, pero la amplitud del apoyo a la propuesta entre los demócratas del Senado sigue sin estar clara, especialmente a medida que se acercan las elecciones intermedias.
“A los senadores Manchin y Sinema les será fácil rechazar una resolución presupuestal financiada con gastos deficitarios, lo que vuelve de suma importancia que el Congreso identifique suficientes fuentes de ingresos para que el gasto deficitario no sea un problema”, dijo Eileen Appelbaum, codirectora del Centro de Investigaciones Económicas y Políticas.
El momento de las negociaciones coincide también con la próxima votación de la Cámara sobre el proyecto de ley de infraestructura, el cual recibió apoyo bipartidista en el Senado, pese a algunas preocupaciones sobre su gasto, así como con otro enfrentamiento sobre el límite de la deuda del gobierno.
El Congreso votó en 2019 para suspender el límite de deuda hasta el 31 de julio de este año. Desde ese plazo, el Departamento del Tesoro ha estado utilizando “medidas de emergencia” para seguir pagando las obligaciones del país. Pero es posible que el departamento no pueda sostener esos pagos de emergencia, debido a la serie de grandes paquetes de estímulo COVID-19 aprobados desde 2020.
La suma de las facturas de presupuesto e infraestructura solo exacerbará el problema y, debido a que el plan presupuestal no incluyó ninguna mención del límite de la deuda, el gobierno pronto estará al borde de incumplir los pagos.
Ambos partidos necesitan llegar rápidamente a un acuerdo sobre el límite de la deuda, pero el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell (republicano por Kentucky) ya ha dicho que su partido no apoyará el aumento del límite de la deuda si los demócratas logran aprobar su presupuesto de 3.5 billones de dólares.
“Permítanme dejar algo perfectamente claro: si no necesitan o no quieren nuestra opinión, no obtendrán nuestra ayuda con el incremento del límite de deuda que estos planes atrabancados requerirán”, dijo McConnell.
Además de los proyectos de ley de presupuesto e infraestructura, varios proyectos de ley de gastos importantes también deberán abrirse camino en el Congreso este otoño para evitar un cierre del gobierno al final del año fiscal. La Cámara ya aprobó nueve de los 12 proyectos de ley de financiamiento del gobierno, incluidos siete que se aprobaron en un solo paquete, con un valor de 617 mil millones de dólares en julio.
Pero el Senado aún está por poner a consideración cualquiera de estos proyectos.
A pesar de su apoyo a los extensos recortes de impuestos del expresidente Donald J. Trump, los republicanos en ambas cámaras han expresado su preocupación por que los demócratas aumenten ahora el límite de la deuda.
“Esta no es la manera de hacer negocios si a lo largo de este año queremos promulgar proyectos de ley de asignaciones”, dijo la representante Kay Granger (republicana por Texas), la principal republicana en el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes. “Tenemos innumerables diferencias en las políticas, las cuales llevarán tiempo resolver”.
Si los legisladores no pueden resolver sus diferencias antes del 1 de octubre, tendrán que recurrir a medidas de gasto temporal o a cerrar una vez más el gobierno federal. Ha habido 21 cierres de este tipo en la historia de Estados Unidos; el más reciente fue un cierre de 34 días que tuvo lugar a finales de 2018 y principios de 2019.
En las próximas semanas podría suscitarse incluso más drama en el Congreso, ya que los demócratas del Senado buscan llevar a aprobación la Ley de Promoción de Derecho al Voto John Lewis. El proyecto de ley, que promulgaría estándares federales sobre leyes de votación, fue aprobado por la Cámara sin apoyo del Partido Republicano.
Si bien la senadora Lisa Murkowski (republicana por Alaska) ha indicado su apoyo al proyecto de ley, es poco probable que otros nueve republicanos del Senado lo firmen. Por lo tanto, algún cambio en el obstruccionismo, así como el apoyo demócrata unánime, sería necesario para la aprobación del Senado, una situación que una vez más da a Manchin y a Sinema una gran influencia.
“Esa es realmente la única manera en que los demócratas pueden aprobar esta legislación”, dijo Kondik.
Manchin, en particular, ha dejado en claro que se opone a eliminar el obstruccionismo, pero ha indicado que estaría más abierto a reformar el procedimiento político. Las opciones para hacerlo incluyen reducir el umbral de voto a 55, o crear un nicho para la legislación sobre el derecho al voto, que exentaría a esos proyectos del obstruccionismo. Sin embargo, otra táctica podría ser “exigir que todos los senadores que participan del obstruccionismo estén presentes”, dijo Bergerson.
Por el momento, el Partido Republicano puede bloquear la legislación con la simple amenaza de obstruccionismo.
“Toda acción se detiene cuando ocurre el obstruccionismo, y los senadores ni siquiera tienen que estar ahí presentes”, dijo. “Por lo que una de las cosas que creo que probablemente veremos es que las reglas podrían cambiar para que los miembros del Senado que están bloqueando tengan que estar ahí”.
Sinema no ha dejado claro cuál es su posición con respecto a esa opción de reforma, pero Manchin está aceptando la idea, dijo recientemente la Senadora Amy Klobuchar (demócrata por Minnesota).
“El senador Manchin ha indicado su disposición a considerar el obstruccionismo en presencia, que en realidad es el obstruccionismo parlante, que requiere que en el futuro la gente esté realmente presente si va a bloquear una legislación importante, como lo hicieron durante la década de 1960”, dijo Klobuchar en una entrevista televisada. “De modo que esa es una maniobra en la dirección correcta”.
Pase lo que pase, septiembre de 2021 se abre con varios de los puntos de la agenda política de los demócratas, y la lucha entre moderados y progresistas en el partido — y en el Senado — probablemente tendrá consecuencias duraderas para el futuro de la presidencia de Biden.
“Es realmente el filo de una navaja”, dijo Thomas Sutton, profesor de ciencias políticas en la Universidad Baldwin Wallace de Ohio, y señaló que la pérdida a mitad de período de un senador para los demócratas eliminaría su mayoría en el Senado. “Los demócratas necesitan que esos moderados ganen sus curules el próximo año, o los progresistas serán una parte muy ruidosa e ineficaz de un partido minoritario”.
“Esa es una especie de esqueleto en el armario que nadie quiere admitir que es en realidad parte de lo que está sucediendo detrás de las discusiones”, dijo.
Traducción de Yerem Mújica; editado por Yerem Mújica y Melanie Slone
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